Quiero ser más eficaz, y más feliz, al relacionarme con mi entorno.

13.02.2017 14:14

Somos seres humanos, y como seres humanos nos define nuestra capacidad de formar y mantener relaciones. En psicología utilizamos el término apego, para referirnos a la forma que tenemos de relacionarnos ya no sólo con los demás, sino también con el mundo y con nosotros mismos.

“Esta capacidad se aprende desde edades muy tempranas, se puede decir que hasta los 3- 5 años de vida nos hallaremos en una etapa crítica para su formación.”

Y las experiencias que vivamos durante estos primeros años serán las responsables de cómo se desarrollarán las partes del cerebro que nos van a permitir formar y mantener relaciones saludables. En concreto será clave la relación que mantengamos con nuestro entorno más próximo, nuestro cuidador. Y los patrones que aprendamos en estos años los reproduciremos en multitud de situaciones en nuestra vida adulta.

Si las cosas van bien, el resultado será un niño, luego un adolescente y finalmente adulto, que sabe cuidar de sí mismo y de otros, tiene buena autoestima, sabe cubrir sus necesidades, puede digerir lo que le sucede porque se autorregula, puede vivir el presente, tiene relaciones de pareja satisfactorias, mantiene una relación saludable con su entorno, como por ejemplo con la alimentación, etcétera; reflejo todo ello de un Apego Seguro. La conexión creada por el apego seguro generará una sensación de confianza y bienestar, y será una fuente de alegría.

Mientras que habrá otros casos, en los que será muy difícil aprender un apego seguro, y pondremos en marcha patrones ineficaces de relación con nuestro entorno, a lo largo de  nuestra vida y en diferentes áreas.

“Vivir experiencias en los primeros años de vida que dificulten el desarrollo de un apego seguro, puede desembocar en situaciones como: dependencia emocional, trastornos alimentarios, adicciones, baja autoestima, impulsividad, irascibilidad, planicie emocional, trastornos de ansiedad, hipersensibilidad emocional, aislamiento social o cambios bruscos en el rendimiento académico, entra otras.”

Vamos a ver qué áreas específicas intervienen en su correcto desarrollo, y por tanto el de nuestros hijos:

-          Necesitamos que nuestro cuidador sepa calmarse a sí mismo. Para ello es vital que sea consciente sus propias necesidades. Una mamá que sabe reconocer sus emociones, y que puede tolerar y entender una amplia gama de emociones en sí misma, aprenderá mucho más rápidamente la necesidad específica que tiene su hijo por el tipo de llanto, y otras señales no verbales, y se disparará menos ante determinadas señales.

-          Necesitamos que nos ayuden a calmarnos, porque nacemos sin saber hacerlo, nos enseñará nuestro entorno. En caso contrario aprenderemos a desconectarnos o a evitar las emociones desagradables.

-          Necesitamos que nos den la libertad y confianza para conocer y explorar muestro mundo, así como sentir la seguridad de que una vez volvamos en busca de protección y consuelo, nos recibirán siempre y lo harán con cariño, aunque hayamos errado.

Pero hay veces que el camino se bloquea, por ejemplo:

-          Si por cualquier razón durante el embarazo existe una exposición a estados emocionales alterados, una enfermedad o pérdida de un ser querido para la madre. Como muestran los estudios, el estado emocional de la madre es crítico para la formación correcta del cerebro.

-          Si una vez nacido el bebé, el vínculo madre-hijo se interrumpe por problemas de salud del bebé o de la madre, si la madre tiene que pasar más tiempo del normal fuera de casa (por un viaje por ejemplo).

-          Si el bebé recibe respuestas inconsistentes en su entorno familiar (cada miembro responde de un modo diferente a las necesidades de éste).

-          En casos de negligencia y maltrato infantil.

Hemos visto que en casos como estos aparecerán con casi toda certeza, problemas en nuestra forma de vincularnos con otros, con el mundo o con nosotros mismos.  

“¿Es esto irreversible? Posteriormente podremos generar cambios al respecto. Gracias a la plasticidad cerebral, nuestro cerebro es capaz de desaprender patrones comportamentales ineficaces, y aprender otros más saludables.

Se podrá reparar la situación y desarrollar un apego seguro, aunque se hayan dado situaciones desfavorables que lo hayan impedido en el pasado, de forma que podamos establecer en nuestro presente y futuro, relaciones de mutua confianza, respetuosas, íntimas, interdependientes y satisfactorias con los demás, y con nosotros mismos y todo lo que nos rodea.

Si está interesado en recibir más información, no dude en contactar con SanaMente Psicología, se ofrecen cursos personalizados y terapia en adultos, adolescentes y niños.

María J. Curto.

SanaMente Psicología. Majadahonda y Las Rozas de Madrid.